Cien mil personas celebran en Madrid el aniversario de la ONCE y su Fundación

Marea amarilla

"La ONCE es mi casa, mi refugio. No quiero que parezca que exagero, le debo todo, porque gracias a la ONCE he perdido el miedo a ser distinto". Juan Carlos García Cruz, un vendedor del cupón desde hace diecisiete años, es uno más de las cien mil personas que este domingo, 2 de junio, ha querido salir a la calle a compartir el 75 y 25 aniversario de la ONCE y su Fundación, respectivamente.

Juan Carlos, aunque vive en Toledo, ha querido celebrar esta fiesta junto a su mujer y sus dos hijos. Todos pertrechados de camisitas, banderolas y sombreros amarillos. "Es un orgullo para nosotros ser parte de una institución como ONCE y su Fundación, todo un ejemplo de solidaridad", comenta Encarni, su mujer.

Y es que hay muchísimas familias venidas desde todos los puntos de España a la capital, Madrid, en cuyo centro neurálgico la ONCE y su Fundación han querido rendir sentido homenaje a su piedra angular: el vendedor del cupón, "a quien le debemos todo y que se merece todo", como apunto el presidente de ambas instituciones, Miguel Carballeda.

La marea amarilla, tal y como se preconizó, ha inundado las plazas de Cibeles y Colón, así como las arterias aledañas en una acontecimiento único que nadie ha querido perderse. No en vano, los más de 80.000 puestos de trabajo -la mayoría para personas con discapacidad- creados por ONCE y su Fundación han sembrado mucho agradecimiento y han contribuido a que, como apuntó Carballeda "formen parte importante de la marca España".

600 autobuses y otros tantos trenes han trasladado a los participantes en esta celebración histórica en la que el gran protagonista ha sido, además del afiliado ( y la ONCE cuenta 70.000), el vendedor del cupón.

La ONCE y su Fundación han querido dar cumplido reconocimiento al vendedor de cupones con una estatua en bronce de Santiago de Santiago, que muestra la imagen de un vendedor ciego de los años 70 con sus cupones colgados en el corazón y representa a los 20.000 que hay en España, todos ellos con alguna discapacidad. Aunque no su emplazamiento aún no se ha dirimido, lo más seguro es que esté frente del Congreso de los Diputados.

De Santiago, por su parte, se mostró hoy muy orgulloso de haber podido participar con su obra en este aniversario. "Estoy contento de que por fin conseguimos hacer un monumento (al vendedor del cupón) y suerte de que me haya tocado a mí, porque lo he vivido hasta casi vendiendo cupones, charlando con vendedores en un sitio y en otro, hasta convencerme de que es uno de los personajes más importantes de la ONCE", aseguró el artista.

"No cabe duda de que el cupón ha sido inventado, pero quien ha divulgado ese cupón y ha pasado los malos ratos, al sol a veces y lloviendo otras, ha sido el vendedor de cupones, que siempre con una sonrisa ha ido repartiendo esa solidaridad a todo el mundo y por toda España", agregó.

Algunas de las muestras de apoyo que han podido seguirse en las pantalla gigantes colocadas para la ocasión han sido las de los periodistas Iñaki Gabilondo y Luis del Olme; de los escritores Luis Alberto de Cuenca, Fanny Rubio, Luis Mateo Díez y Caballero Bonal; de los científicos Eduardo y Elsa Punset; los cocineros Juan Mari y Elena Arzak; del seleccionador Vicente del Bosque y del padre Ángel, fundador del ?Mensajeros de la paz?, entre otros.

También numerosas actuaciones musicales, tan variopintas como acertadas: La Unión, Pastora Soler, Nena Daconte, Motxila 21, Coraluna, Ara Malikian, Sole Jiménez, los payasos de la Tele, El sueño de Morfeo, la niña de los cupones y, como broche final, David Bisbal. Era una auténtica gala, también amarilla, conducida por Anne Igartiburu (que ya presenté el especial que impulso la ONCE con motivo de tan señalada e irrepetible fecha: 11.11.2011), el Pulpo, y Álvaro Santos.

LAS SIETE BOLAS Y MEDIA DE LA ONCEUno de los momentos más emotivo de esta inmensa y dilata celebración (que dio comienzo a las diez y media de la mañana y que se extendió hasta las tres de la tarde) fue el lanzamiento de siete bolas y media, una por cada década de historia y otra de menor tamaño en representación del quinto año. Cada una de estas bolas lanzadas a los asistentes representaban hitos en el devenir de la organización: la primera, su institución, en 1938; la segunda, la de su normalización; tercera, la de la democratización y modernización de la ONCE; la cuarta, la de sus cincuenta años, para cuya celebración se creó el cuponazo, que revolucionó la publicidad en España; la quinta, sexta, séptima y octava, la constitución de la Fundación; la novena, la creación de ?Un mundo sin barreras?, en 1992, y la contribución de la ONCE y su Fundación en las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla; la décima bola, otro aniversario, el 70/20 y, por último, la undécima bola, la que recuerda la gran marea amarilla.

Siete bolas y media para aderezar una magnífica jornada lúdica, llena de amarillo, que es el color que más se advierte en la distancia, y de verde, color esperanza, que remite a la ilusión, palabra mágica e inherente a la ONCE.

Y un momento final, una suelta de globos, también amarillos, y de confeti, y de notas que danzaban desde la plaza de color entonando una melodía que ya forma parte de nuestro catálogo sentimental: ?es la ilusión de todos los días...?