El 69% de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre 16 y 29 años se han sentido solas en algún momento de sus vidas, un guarismo que se sitúa en el 25,5% entre aquellos jóvenes que aseguran sentirse solos actualmente.
Esta es una de las conclusiones del ‘Estudio Juventud y soledad no deseada en España’, impulsado por SoledadES, el Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada de Fundación ONCE, en colaboración con Ayuda en Acción; un trabajo que se presentó este jueves en la sede en Madrid de ‘Por Talento Digital’ de Fundación ONCE.
El acto, moderado por el director general de Servimedia, José Manuel González Huesa, contó con la presencia de la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego; el presidente del Grupo Social ONCE, Miguel Carballeda; el presidente de la Fundación Ayuda en Acción, Jaime Montalvo; la presidenta de SoledadES, Matilde Fernández; el director del programa Europa de la Fundación Ayuda en Acción, Matías Figueroa; y el vicepresidente del vicepresidente del Consejo de la Juventud, Juan Antonio Báez.
El estudio, realizado a través de 1.800 personas con edades comprendidas entre 16 y 29 años, pone de manifiesto la soledad “no es sólo una cuestión de mayores”, tal y como atestiguó Miguel Carballeda.
El informe concluye que el 69% de los jóvenes españoles con edades comprendidas entre 16 y 29 años se han sentido solas en algún momento de sus vidas, un guarismo que se sitúa en el 25,5% entre aquellos jóvenes que aseguran sentirse solos actualmente.
El 77,1% de los encuestados subrayan que conocen a otras personas de su edad que pueden sentirse solas sin desearlo. En ese sentido, el 75,8% de los jóvenes que sienten soledad no deseada afirma experimentar esta sensación desde hace más de un año y un 45,7% desde hace más de tres.
Uno de los aspectos más significativos del estudio es que el 79,6% de los jóvenes no atribuyen su soledad a la pandemia, frente al 20,4% que sí lo hace.
A su vez, el 71,4% de los jóvenes indica que se sienten solos con frecuencia; mientras que el 30,5% lo hace especialmente por las noches.
Por géneros, la soledad juvenil afecta más a mujeres (31,1%) que a hombres (20,2%), a jóvenes con edades comprendidas entre 22 y 27 años, a personas en desempleo, en riesgo o situación de pobreza, a quienes han sufrido acoso escolar o laboral, a individuos con mala salud física o mental, a personas con discapacidad, a personas de origen extranjero y a miembros del colectivo Lgtbi.
El estudio observa que la prevalencia de soledad no deseada en jóvenes de hogares con dificultades económicas casi duplica al de los chavales que viven en hogares que llegan con facilidad a final de mes (36% frente al 19,4%).
Sobre este particular, Matilde Fernández deslizó que “este país tiene las costuras del estado del bienestar estallado”, lo que le dio pie a prescribir que los jóvenes han de “tener más espacio” en los problemas que les afectan.
Del mismo modo, el 58,1% de los jóvenes que se sienten solos sufren o han sufrido acoso escolar o labor, frente al 32,1% que no ha experimentado esta sensación. También se destaca que la prevalencia de la soledad en la juventud es diez puntos superior entre los jóvenes que han repetido curso que entre aquellos que no tienen problemas académicos. De hecho, el rendimiento académico bajo es un factor que tiene mucha o bastante influencia en la soledad, según el 57,1% de los encuestados.
SALUD MENTAL
El estudio atestigua que los jóvenes con problemas de salud mental percibida o diagnosticada tienen una probabilidad 2,5 veces mayor de sufrir soledad no deseada; quienes tienen ansiedad o depresión, un 89,2% más; quienes reconocen tener una baja autoestima, un 83,2% más; y los que han experimentado pensamientos suicidas, un 81,1% más.
También evidencia que la relación de la soledad con otras variables es bidireccional, es decir, los problemas de salud mental generan una mayor soledad al tiempo que la soledad es perjudicial para la salud mental.
Por su parte, las redes sociales digitales no son importantes para la soledad, como lo evidencia que a pesar de que un tercio de la juventud las utiliza más de tres horas diarias, su intensidad y frecuencia de uso no tienen un efecto en la soledad no deseada. En cambio, la presencialidad de las relaciones con amistades sí las tiene, ya que “una persona que haga un uso extensivo de las redes sociales y tenga una rica vida social a nivel presencial a priori no se sentirá sola”, según el estudio.
LUGAR DE RESIDENCIA
Los jóvenes que residen en municipios de tamaño medio (entre 50.000 y 500.000 habitantes) tiene un mayor nivel de soledad, en comparación con los que viven en zonas rurales o en grandes urbes, hasta el punto de que tienen una probabilidad un 37% mayor de experimentar esta sensación.
La prevalencia de la soledad en jóvenes que residen en piso compartido o en su propia vivienda es mayor (28%) que entre los que viven con sus padres (23,7%).
Ante esta situación, los autores del estudio plantean las siguientes recomendaciones: construir escuelas inclusivas que contemplen la educación emocional; proteger la salud mental en la adolescencia y la juventud; fomentar la participación juvenil y las relaciones sociales mediante el ocio saludable; desarrollar servicios de atención juvenil orientados a reducir la soledad; integrar y reforzar el ecosistema institucional; reforzar las políticas educativas, de empleo y de inclusión social; e impulsar acciones para reducir la soledad a través de las universidades.