Las políticas climáticas ayudan a reducir la pobreza extrema en países en desarrollo

28.04.2021

Las ambiciosas políticas climáticas podrían ayudar a reducir la pobreza extrema en los países en desarrollo, lo que contrasta con la suposición de que la mitigación del cambio climático conlleva una compensación por la reducción de la pobreza. Ésta es la principal conclusión de un nuevo estudio realizado por científicos del Instituto Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK, por sus siglas en alemán) y publicado este martes en la revista 'Nature Communications'.
 
Para convertir las políticas climáticas y la reducción de la pobreza en una situación en la que todos ganan para el planeta y las personas, es clave una redistribución progresiva de los ingresos por precios de las emisiones de gases de efecto invernadero y una distribución justa de la responsabilidad climática internacional, según los autores.
 
"Las políticas climáticas protegen a las personas de los impactos del cambio climático, como los riesgos climáticos extremos o la pérdida de cosechas. Sin embargo, también pueden implicar un aumento de los precios de la energía y los alimentos", apunta Bjoern Soergel, autor principal del estudio, que añade: "Esto podría resultar en una carga adicional, especialmente para los pobres mundiales, que ya son más vulnerables a los impactos climáticos. Por lo tanto, es necesario incluir la reducción de la pobreza en el diseño de las políticas climáticas".
 
Los investigadores proyectan que en 2030 unos 350 millones de personas permanecerán en pobreza extrema (es decir, viviendo con menos de 1,9 dólares al día) si continúa el actual desarrollo socioeconómico, sin tener en cuenta la pandemia en curso de la Covid-19 o los efectos adversos del cambio climático. Por lo tanto, se incumplirá claramente el Objetivo de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidas para erradicar la pobreza extrema al final de esta década. "Para compensar esto, debemos combinar los precios de las emisiones con una redistribución progresiva de los ingresos", continúa Soergel.
 
‘DIVIDENDO CLIMÁTICO’
 
Esto podría lograrse a través de un 'dividendo climático': los ingresos se devuelven por igual a todos los ciudadanos, lo que convierte a los hogares más pobres con emisiones típicamente más bajas en beneficiarios netos del plan.
 
Además, los autores recomiendan transferencias internacionales de financiación climática de países de altos ingresos a otros de bajos ingresos. "En conjunto, esto podría, de hecho, convertir el equilibrio entre la acción climática y la erradicación de la pobreza en una sinergia", indica Soergel.
 
Con el fin de llegar a estos resultados, los investigadores examinaron por primera vez las políticas climáticas a escala mundial, a través de precios ambiciosos de las emisiones en los países industrializados e inicialmente precios más bajos en los países en desarrollo. Además, examinaron cómo se desarrolla la pobreza mundial sin y con una redistribución progresiva de los ingresos.
 
Sus resultados muestran que la redistribución puede aliviar los efectos secundarios negativos de las políticas climáticas sobre la pobreza. En conjunto, esto incluso conduciría a una pequeña reducción de la pobreza mundial en unos seis millones de personas en 2030. Sin embargo, se constató que los ingresos internos eran insuficientes para compensar los efectos secundarios de las políticas en la mayoría de los países del África subsahariana, la región donde la pobreza extrema también es más frecuente.
 
En un segundo paso, los científicos analizaron el reparto de la responsabilidad climática internacional. "Para compartir los costes de la mitigación del cambio climático de una manera justa, los países industrializados deben compensar financieramente a los países en desarrollo", apunta Nico Bauer, coautor del trabajo.
 
Según el estudio, una pequeña fracción como un 5% de los ingresos por precios de emisiones de los países industrializados sería suficiente para compensar con creces los efectos secundarios de las políticas también en el África subsahariana. Esta transferencia financiera podría conducir a una reducción neta de la pobreza mundial en alrededor de 45 millones de personas en 2030.
 
"Por lo tanto, la combinación de la redistribución nacional de los ingresos por precios de emisión con transferencias financieras internacionales podría proporcionar un importante punto de entrada hacia una política climática justa y justa en los países en desarrollo", concluye Elmar Kriegler, coautor del estudio.