Más de cuatro millones de españoles se sienten solos

Momento de la presentación

Como todos los sentimientos (acaso como la realidad misma), la soledad es subjetiva. Puede ser espacio abierto del que disponer a placer o bien hilo de seda que segrega quien no conseguirá convertirse en crisálida. Nadie está libre de sentirla, ni de buscarla. La cuestión es ¿qué pasará cuando alguien sople y ese humo que somos salga volando y en vez de coraza lo que asome sea carne y quede el cuerpo pálido temblando? La lírica.

Los datos. Más de la mitad de la población española admite haber experimentado en algún momento del último año cierta sensación de soledad y cerca uno de cada diez (más de cuatro millones) asegura haberla sentido con mucha frecuencia en el mismo periodo. Así se recoge en el informe 'La soledad en España', promovido por Fundación ONCE y la Fundación Axa, presentado este lunes en la Asociación de la Prensa por la secretaria de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Susana Camarero, Jean Paul Rignault, presidente de la Fundación Axa, y Miguel Carballeda, presidente de ONCE y su Fundación.

El estudio, elaborado por un equipo de investigadores de ASEP (Análisis Sociológicos, Económicos y políticos) bajo la dirección del profesor Juan Díez Nicolás y la coordinación de María Morenos, arroja el perfil del español que más siente la soledad como ese frío intenso, viscoso y voraz: mujer, soltera y desempleada.

Camarero destacó el "espíritu práctico" de este estudio "innovador" que ha "puesto cara al desamparado, al aislamiento", y que, a su juicio, conmina los ciudadanos, Tercer Sector, instituciones, familia y sociedad a asumir el compromiso de quebrar la soledad obligada, "que compromete gravemente la calidad de vida y la salud de quienes la padecen". Asimismo, subrayó, por un lado, que la familia "es el principal antídoto para la soledad" y, por otro, el avance de incluir el parámetro de la discapacidad. "Este Gobierno siempre ha trabajo a vuestro lado (apuntó, dirigiéndose a Carballeda- y ha ido ampliando vuestros derechos", concluyó.

Por su parte, Rignault calificó el estudio como "el más ambicioso de los realizados hasta la fecha" y llamó la atención sobre el hecho "paradójico de que, en la época de la ciberamistad haya tanta gente que se sienta sola". Quiso aclarar que la soledad no ha de demonizarse, "a mí me gustaría disfrutar más a menudo de ella en mi vida privada", sino estar atento a cuando esa soledad buscada, disfrutada se convierte en problema, prolongándose en el tiempo y haciéndonos infelices.

En este sentido intervino Carballeda: "en ratitos sueltos necesitamos de esa soledad". Hay que entender a quien opta por "no compartir un pedazo de sofá, el mando del televisor o cenar sin escuchar otra voz", pero hay que ayudar a "quien no tiene con quién compartir el desayuno". Hizo mención al movimiento asociativo, "tan preocupado siempre por socorrer la soledad de las personas con discapacidad". "Pensad lo que supone ser ciego y estar solo", planteó, al tiempo que remató su exposición con un deseo: "si la soledad viene a vernos algún día, que nos coja acompañados".

EL INFORME

La investigación, realizada mediante entrevistas a un total de 1.200 adultos residentes en España, expone que en torno a un 20% de los españoles mayores de 18 años viven solos, aunque de ellos, un 59% dicen hacerlo por voluntad propia y el 41% restante, por obligación.

En realidad, se podría decir que sólo un 7,9% de la población española mayor de 18 años se debe considerar como realmente aislada, en el sentido de que vive sola por obligación y no por voluntad propia, tal y como explicaron el director y la coordinadora del estudio, quienes dejaron claro que se puede estar socialmente aislado y no sufrir soledad y estar socialmente acompañado y sí sufrirla, como indican los datos.

Así, el trabajo apunta que el 27,5% de los españoles que viven solos aseguran no haber sentido soledad en ningún momento y que, por el contrario, el 52,6% de los que comparten casa dicen sí haberla sentido en algún momento.

El documento revela que más del 80% de los que viven solos por obligación aseguran haber experimentado un cierto sentimiento de soledad de forma más o menos habitual, un porcentaje que se reduce al 60% entre los que viven solos voluntariamente y a poco más del 50% entre los que comparten techo. La noche y la enfermedad son las situaciones en que con mayor frecuencia se desencadena ese sentimiento.

PERCEPCIÓN DE LA SOLEDAD

El estudio aborda, asimismo, la percepción que del fenómeno de la soledad tienen los españoles, que en una amplia mayoría (75%) señalan a mayores y jubilados como los colectivos más proclives a sufrir la soledad.

Las personas sin hogar o en situación de riesgo de pobreza o exclusión y los parados aparecen como otros de los colectivos más sensibles a poder experimentar este sentimiento, según los encuestados.

El lugar de trabajo continúa siendo mencionado como el primer espacio de socialización de los españoles, del mismo modo que la situación laboral y el estado civil son los factores más relevantes a la hora de orillar la sensación de soledad.

Los casados y con empleo estable constituyen el colectivo más inmune a la soledad, mientras que el de solteros desempleados es el que más afectado, negativamente, se siente por ella.

En cuanto a la influencia que tienen las redes sociales en el sentimiento de soledad, el informe evidencia que las personas que más utilizan dispositivos tecnológicos, nuevos medios de comunicación e infraestructuras de transporte son las menos expuestas a la soledad, mientras que, por el contrario, el uso de las redes sociales no siempre se relaciona con un elevado índice de sociabilidad sino que también es propio de las personas que más sienten la soledad.

SOLEDAD Y DISCAPACIDAD

El estudio analiza la relación entre soledad y población con discapacidad y señala que si bien el porcentaje de personas con discapacidad mayores de 18 años que viven solas es muy similar al de la población en general, en torno al 20%, la incidencia de la soledad es sensiblemente superior entre la ciudadanía con discapacidad.

Si el 10% de la población española adulta asegura haber sentido soledad con mucha frecuencia, entre las personas con discapacidad este porcentaje se eleva hasta el 23%.

Pero las diferencias se perciben también en otros valores. Si entre la población general un 27,5% de los que viven solos aseguran no haber sentido la soledad ni un solo momento, entre las personas con discapacidad este porcentaje cae al 9,5%. Y si eran poco más de la mitad los españoles que viven acompañados y se han sentido solos en algún momento, entre las personas con discapacidad ese porcentaje llega hasta el 87,6%.

En opinión de los autores, una posible explicación a este fenómeno se puede encontrar en el diferente patrón de convivencia que se detecta en las personas con discapacidad. Así, mientras en la población general el 77% de los que viven en compañía lo hacen acompañados de sus parejas o sus hijos y sólo un 23% por personas con las que mantienen otro tipo de relación, en el colectivo de personas con discapacidad el 58% viven con sus parejas o hijos y el 42%, con personas con las que guardan otro tipo de relación.

En este ámbito, el informe afirma que las personas con discapacidad que viven solas por voluntad propia no sólo presentan un nivel de sociabilidad más elevado que las personas con discapacidad que viven acompañadas, sea por sus familiares o por otra persona, sino también que el de la población en general.

Nacemos y morimos solos. Lo que queda en medio acaso sea un sarcástico o hermoso espejismo. Humo. Oro. Pero siempre carne y piel debajo.